jueves, 24 de noviembre de 2016

Pi

He buscado tu sonrisa
en la cara de cada extraño
que conmigo se cruzaba,
he buscado tus ojos
llenos de vida
en los ojos de desconocidos
que paseaban por la quinta avenida.
Tras mirarme en el espejo
encontré
que tu mirada
se había tatuado
en mi espalda,
que tus pequeñas manos
habían dejado marca
junto a tu mirada en mi espalda.
Cuando ya había perdido toda esperanza
llegaste corriendo con las manos levantadas
para que volviera a colocarte
en tu lugar favorito de mi cuerpo,
mi espalda, y desde allí
que jugásemos a los caballos,
que corriésemos por las calles
o que nos tirásemos en la arena
pero tu sonrisa seguía siendo la misma
y aquello,
mi pequeño tormento
fue suficiente
para volverme demente.

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